Señor,…
¡A ti te
encantan los disfraces!
Te
disfrazas de aliento, de soplo,
de brisa
suave o de viento huracanado.
de zarza
ardiente o de negra nube, o de nube luminosa.
De pan,
de vino, de persona, de pobre,...
¡Señor, todo tú eres furtivo!
Lo tuyo
es sorprender.
No haces,
nada que parezca que ya está previsto,
y te
presentas cuando no se te espera.
utilizas
unas ropas con las que no te conocemos,
te
deslizas entre las páginas de una agenda apretada,
en la que
parece que no hay sitio para nadie.
Te dejas
oír en esa llamada de teléfono inesperada, y sonríes
al trasluz de unos ojos tristes.
Pides ayuda
cuando menos lo esperamos,...
¡Ya lo
creo, Señor, que te gusta sorprender!
Al fin y
al cabo, el amor no es sino
la
capacidad cotidiana de dar sorpresas.
y te
pones los harapos de un mendigo,
a piel
morena de un inmigrante,
o la
generosidad de una anciana,
que
sostiene a la familia con su paga de jubilada.
Señor. a
ti te duele el mundo y ríes con el mundo.
Haces
tuyos todos nuestros gestos,
todas
nuestras sorpresas, y nos convidas a sorprendernos
de todos
los colores del arco iris que tiene la vida.
Señor, a
ti te encanta sorprendernos.
No para
pillarnos en falso,
sino para
reavivar nuestra FE vacilante,
para
despertar nuestra esperanza.
Para disfrutar
de nuestro asombro.
Parroquia
de St. Josep,
Hospitalet
de Llobregat, Barcelona
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