22 enero 2016

Al despertar el día


Al cerrarse la puerta a mi espalda percibo el olor de las plantas impregnadas por el rocío. El suelo está duro, y mis pies parecen pesarme, siempre me alberga la  misma duda, ¿seré capaz? Comienzo sin pensarlo más.
La vida es hermosa, solo hay que aprender a mirar
Mis pisadas casi rítmicas y mi respiración se acompasan, son la energía que me hace arrancar. Cuando doblo la esquina y cruzo el paso de cebra, la oscuridad de la calle comienza a despejarse, están a punto de dar las 6 de la mañana. Los primeros pájaros de la mañana, me dan los buenos días, ellos, yo, y los árboles somos los únicos transeúntes. A medida que avanzo, los pensamientos intentan desviar mi atención, pero estoy despierta, y tengo puestos mis cinco sentidos.


Gracias Señor, por este día
Gracias Señor, por esta luz
Gracias Señor, por estos árboles 


Y los miro al pasar. Sus hojas parecen mecerse sobre la brisa del amanecer. El ruido de sus ramas al moverse  me recuerda, al de mi respiración acompasada. Los ojos bien abiertos, el ritmo en la respiración,  y con los cinco sentidos me limito a correr, respirar, observar, oler,  sentir. A veces algún pensamiento me asalta, y como si de un ladrón se tratará intenta robarme mi tranquilidad, cuando me doy cuenta lo echo, y sigo corriendo, respirando, oliendo, observando, escuchando, sigo percibiéndote a través de todo lo que tú has creado. Cuando llevo un rato, noto de nuevo la pesadez en las piernas, y pienso, gracias Señor, lo estoy consiguiendo.
Gracias Señor por todo lo que me has dado,
Gracias Señor por todo lo que no me has quitado.
Gracias Señor,…

Cuando estoy en la puerta de casa, el corazón  con su ritmo, casi se me sale por la boca, la cara la tengo al rojo vivo, y el sudor me chorrea.

Gracias Señor, por este nuevo  día.
Ayúdame a saber vivirlo, a estar atenta, a saber encontrarte. 
Amen.
 

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